El Leviatán parte del estudio del origen de la sociedad cuyo comienzo está en la transferencia de los derechos individuales a un poder absoluto. Un poder que elimina el peligro de una guerra de todos contra todos que se deriva de la condición libre del hombre en el estado de la naturaleza. Hobbes piensa que en el estado natural cada uno tiene derecho a todo lo que hay pero debido a la escasez se originan conflictos. Esta necesidad humana para la supervivencia, “el hombre actúa para preservar su vida”, el miedo a la muerte y la esperanza de la paz (XIII), llevan al hombre a pactar con los demás el establecimiento de una autoridad que sea capaz de implantar una paz interna. Una autoridad soberana que debe poseer un poder absoluto.
II
En la 1ª Parte “del hombre”, el autor dice que el hombre es
únicamente cuerpo. Para el autor, el sujeto de cualquier actividad debe
ser siempre un cuerpo, porque es el cuerpo quien piensa. Reduce las
formas de conocimiento a la sensación que es cuando se encuentran dos
cuerpos en movimiento: el cuerpo percibido y el cuerpo humano.El hombre se comporta según sus experiencias, evitando lo que le es indeseable. La palabra (o lenguaje) es el instrumento que le permite transmitir la verdad y recibir la verdad de los demás. Por tanto la palabra es la base de la razón, “cálculo de las consecuencias”, que permite al hombre decidir lo que le conviene según su experiencia (lo bueno) y lo que no le conviene (lo malo). Por tanto, el principio de conocimiento viene de fuera del sujeto, que imagina la realidad.
Esta parte recoge la antropología del autor, que se fundamenta por su teoría del conocimiento concibiendo toda la realidad como materia. La materia llega al sujeto por la sensación.
En el capítulo X, el autor explica el concepto de poder, que es la tendencia que manifiestan los hombres de sacar el mayor provecho de los medios que tienen para conseguir bienestar, “un bien futuro que se le presenta como bueno”. Se manifiesta este deseo de poder cuando se comparan y desconfían entre sí por el anhelo de reconocimiento y preservación de la vida, que se relaciona con el honor, tema estudiado en el capítulo XIII.
El problema surge cuando se producen conflictos (por competición, seguridad y gloria) entre lo que conviene a uno respecto de lo que conviene a otros. Para solucionar este problema, Hobbes propone diferentes leyes que exponen que el hombre debe procurar la paz hasta dónde tenga esperanza de lograrla utilizando su propio poder para la preservación de su vida y hacer lo que crea necesario y adecuado para ese fin, “en su relación con los otros hombres como la que él permitiría a los otros en su trato con él”.
III
Esta idea conecta con el pacto social que el autor desarrolla en la
2º Parte denominada “Commonwealth” (no en el sentido de contrato sino
como pacto o acuerdo originario o constituyente). Se entiende pacto como
foedus o alianza, que procede de un impulso racional que es la ley natural.El autor estudia 19 leyes, de las cuales se puede destacar la primera “buscar la paz y seguirla” y la segunda que hace referencia a renunciar al derecho natural y a la libertad a favor de la paz. La tercera introduce el concepto de justicia al obligar a respetar los pactos establecidos. Sin embargo, para Hobbes estas leyes no sirven para asegurar la paz. Es necesario “reducir todas las voluntades a una sola”.
Por medio de este pacto, los hombres, racional y voluntariamente, delegan su libertad en favor de un soberano para poner fin a los conflictos de intereses y para garantizar la seguridad y la paz, quedando en libertad los ámbitos en los que la ley no interviene. En definitiva, hay una ley natural que impulsa a los hombres al pacto social. La voluntad del Estado es la voluntad de los individuos que dan su consentimiento en el pacto.
Hobbes consideraba que este poder o autoridad civil debe ser absoluto con el fin de limitar las pasiones del hombre y castigando a aquellos que pongan en peligro este orden (XVIII). La Commonwealth se instaura en el momento en que se cede el derecho natural individual a favor de un soberano o asamblea (monarquía, aristocracia o democracia) con la condición de que se preserve la paz (en el interior) y la seguridad (en el sentido de defensa del exterior). Es decir, la consecuencia es que el derecho natural es asumido por la voluntad soberana que se afirma mediante la coacción.
De esta manera, el poder político queda como un artificio que contradice la naturaleza aunque es imprescindible para que los hombres vivan en orden y en paz. Todo lo que vaya contra este poder es ilícito pues la libertad está determinada por los términos del acuerdo, en virtud del cual nació el Estado. En el mismo sentido, en el capítulo XXXI se matiza que todo aquello que no lo ponga en peligro es permisible.
El autor toma preferencia por la Monarquía (Hobbes apoyó a Carlos I, aunque al eliminar el origen divino del poder no gustó a Carlos II y pareció a algunos que apoyaba la causa de Cromwell). En ella el monarca tiene unos derechos fundamentales de los que cabe destacar el hecho de que los súbditos no puedan ser liberados del pacto debido a sus acciones, que no puede ser acusado de injusticia y que posee la competencia de examinar opiniones o doctrinas antes de ser publicadas para prevenir discordias (censura). La monarquía es mejor que los otros regímenes porque no hay conflicto de intereses ya que el interés público y privado son el mismo mientras que en los otros cabe la corrupción, la ambición y la traición.
IV
En cuanto a la sucesión de la soberanía, el autor defiende la idea de
que es el soberano presente quién designa quién tiene el derecho a
sucederle. El heredero puede ser cualquiera siempre que sea designado
como tal. Si no hay designación se sigue la tradición del hijo varón
primogénito.En conclusión, Hobbes en los capítulos del XIII al XVII, argumenta a favor de la creación de un Estado absoluto que se constituye mediante un pacto que autoriza al soberano a hacer una política ilimitada (“libertad ilimitada”, capítulo XIV) que garantice la paz y la seguridad de los súbditos. Para cumplir estos objetivos puede hacer lo que sea necesario. Será legítimo mientras logre estos objetivos.
V
La lectura del Leviatán de Hobbes es interesante porque describe el
sistema político absoluto cuyas consecuencias se ven refljadas en los
mecanismos políticos de los sistemas actuales. La obra fue escrita en el
contexto de las tensiones del siglo XVII en Inglaterra y en el ámbito
de una guerra civil. Hobbes diseña un sistema político para superar el
conflicto de los monárquicos con los parlamentarios y el problema
religioso, estableciendo que la soberanía está en el rey y que su poder
no proviene directamente de Dios.Para el autor los hombres son como máquinas, no hay alma, sólo cuerpo. Observa como un peligro la condición libre del hombre en el estado de la naturaleza, “la vida es solitaria, pobre, sucia, bruta y corta”. Sólo se evita la guerra si el hombre se somete como súbdito a una autoridad por pacto que haga posible la paz y la seguridad.
VI
La idea principal de la primera parte gira en torno al concepto de
naturaleza (ámbito de individuos en conflicto) y se puede discutir desde
el problema del control y descontrol.En primer lugar puede afirmarse que la teoría de Hobbes trata de contrarrestar el estado de guerra de todos contra todos. Es decir, evitar el caos porque “el hombre es un lobo para el hombre”. Niega el plano de relación. La razón humana basada en la experiencia quiere evitar el mal y favorecer un pacto que evite el conflicto. Esto puede relacionarse con la comunicación según Aristóteles en el Libro I de la Política. El hombre por medio de la palabra comunica su pensamiento y lo hace común. Sin embargo, para Hobbes, si bien acepta que por el modo de comportarse el hombre se comunica, no entiende que la comunicación ponga de relieve una vida en amistad. La comunidad no es natural sino algo artificial. No hay hombre como animal político (hombre social, ciudadano) sino individuo como súbdito.
Esto se conecta con el nominalismo, para los que la realidad se agota en la mera asociación intelectiva de ideas que lleva a cabo el hombre de forma individual. A cada una le atribuye una serie de imágenes. Así, en Hobbes, hasta el propio individuo es una realidad imaginada, porque es el individuo quién hace la realidad con su imaginación libre. De lo que se extrae que el acto de conocer se identifica con el de imaginar. Por tanto la realidad es imaginación.
VII
Profundizando en el Leviatán, Hobbes adopta el método de composición
genética para excluir a Dios. Como Dios no se compone de partes ni es
engendrado, tampoco se puede conocer puesto que no cabe análisis que
permita descubrir las partes que le componen, siendo sus partes las
causas. La asociación y síntesis permite recomponer el todo, mostrando
cómo de esas causas se genera el todo. Es el hombre quién genera los
objetos, luego se conoce por vía de imaginación. Así, se llegaría a la
conclusión de la primera parte de que Dios no existe porque no se puede
imaginar (conocer), dado que lo que no tiene impresión no es real,
salvo que Dios fuese corpóreo.Sin embargo, respecto al Estado sí se puede emplear el método de composición genética. El Estado es algo engendrado por el mismo hombre, un artificio que se puede descomponer en elementos. Aquí se refleja la pretensión de Hobbes de recomponer y ordenar la sociedad inglesa de su época, descompuesta por el caos de una guerra.
El llamativo título de la obra indica las partes a considerar y recomponer en el Estado: la materia son los individuos, la forma es el pacto social y el poder es el del soberano. Si se realiza la composición de la materia, forma y poder aparece el Estado Absoluto.
Por otra parte, el poder civil organizado de forma común debe ser según el autor un poder superior, único e ilimitado. Sólo puede romperse si el soberano no cumple la parte de su contrato social ni preserva la vida, la paz y la seguridad. Propone un régimen que muestra preferencia por la seguridad antes que por la libertad, que genera descontrol, deseando antes el orden que el desorden. Para lograr el orden es preferible la no separación de los poderes del Estado y ejercer la restricción de la libertad de comunicación.
VIII
Estas ideas a mi juicio presentan una serie de cuestiones e implicaciones que pueden discutirse.Es difícil que se dé una sumisión voluntaria, casi incondicional, sólo con el pretexto de la seguridad y la paz. Esta aspiración podría proceder de una visión antropológica muy limitada de la realidad (excesivamente corpórea) de lo que es el ser humano, sin aspiraciones de realizarse y ser feliz. Una felicidad, que si bien hay que reconocer que no puede ser plena en el estado natural, podría verse restringida si a su vez se restringe la comunicación (derecho fundamental del soberano nº 6), pues sin libertad de palabra tampoco habría pensamiento propio y común, y como consecuencia sería imposible la felicidad en la vida social.
Hobbes pretende un poder civil que es también divino, pero que ni obliga ni es ley para aquellos que no lo reconocen como acto del poder del soberano. Parece como si quisiera construir el Reino de Dios en la Tierra pero a través de la separación de la política de todo lo que no lo sea. Todo tiene que estar subordinado a una verdad parcial del soberano, a una razón individual que ilumina y domina al resto con una cierta legitimidad que no existe en el estado natural. Por otra parte, Hobbes se contradice al afirmar que es una verdad demostrable que la razón humana quiere un Estado absoluto nacido del pacto. Al reservarse el soberano el derecho de suprimir y juzgar lo racional, también puede previamente eliminar las ideas de la razón que no le convengan y que le impidan culminar el orden público.
IX
Esto está en relación con el pensamiento de Hobbes sobre la
naturaleza humana, de su tendencia a sobrevivir y no a convivir. Se
aducir que el hombre es egoísta, pero habría que reconocer
paralelamante que también es capaz de compartir, y por tanto de
participar y de ser parte. Por eso resulta determinante el énfasis en el
sometimiento a un pacto civil que suprime ambas pasiones humanas,
cediendo el súbdito casi todo lo que es y lo que tiene, incluido la
función de participar como ciudadano. Función que se transfiere al
soberano que es quién decide. Estaríamos ante un Estado absoluto basado
en el miedo del soberano hacia los súbditos y de los súbditos hacia el
soberano. Un miedo que conlleva más control y una vigilancia permanente.Sin embargo, Hobbes al situar al Estado más allá de cualquier otro temor, dice que no incurre en la arbitrariedad, pues el propio logro de los objetivos del pacto conduce a un orden sin miedo, es decir un poder que no produce miedo. En mi opinión, no es acertado pensar que la razón humana dicte únicamente que para que la naturaleza cumpla el principio de supervivencia deba ser por medio de un Estado. Y menos sacrificando otros valores humanos también esenciales. Es posible discutir ese afán de querer vivir sin miedo, pensar que todo está determinado, de creer que el hombre es una materia prima o instrumento (materialismo) y el mundo una máquina tal como afirma Hobbes, “el universo es corpóreo, todo lo que es real es material y lo que es material no es real”. A lo largo de la historia y en el presente se pueden observar el riesgo y el peligro grave que supone pretender subordinar, limitar o eliminar la libertad y la voluntad humana. Un determinismo y materialismo opuesto a la naturaleza humana.
X
La mayoría de las ideas de Hobbes me recuerdan a la novela 1984,
de George Orwell. En aquel Estado que la novela describe, todo lo
humano ha sido sacrificado por medio de un control centralizado que
garantiza una paz interior. La intervención estatal asegura la
supervivencia. Todo está vigilado por el soberano que puede introducirse
e intervenir en la intimidad y conciencia de sus súbditos. También el
Leviatán se puede conectar con la novela Un mundo feliz, de
Aldous Huxley. En esta obra los individuos, llevados por el conformismo,
la comodidad y el sentimiento de protección, han entregado su esencia y
su identidad al Estado. Han renunciado a luchar por su humanidad a
cambio de la seguridad en la sumisión y de una felicidad artificial. Un
mundo en el que lo que está mal es la propia existencia humana.Estas dos obras nos advierten que la Revolución que algunos pretenden es que los cuerpos de los seres humanos pasen progresivamente a ser propiedad común de todos, y las mentes purificadas de toda idea natural y de la tradición, a través de programas educativos de manipulación masiva.
Hobbes, sobre todo en la primera parte del Leviatán, no se centra sólo en las características de las reglas políticas y económicas y de la orientación de la sociedad en el pacto del que nace el Estado, sino que lo fundamental gira en torno a un cambio total del ser humano.
XI
En su lectura se advierte que Hobbes tiene miedo a la libertad y no
cree en la amistad. Un Estado según las características descritas en el
Leviatán sería eficaz pero antihumano, pues sobre una población sumisa
no es necesario ejercer coacción si amaran su servidumbre. El soberano
de Hobbes podría ser muy peligroso ya que su tarea es precisamente
inducir a los propios súbditos a amar su sometimiento.Así, el problema del Estado únicamente radica en el logro de la satisfacción del súbdito, en lograr que ame su servidumbre sobre la base de la seguridad económica, contrarrestando un posible descontento social con altas dosis de ocio, consumo, culto al cuerpo y éxito aparente, que desgastara la energía de aquellos dispuestos al cambio político. Es decir, consistiría en hacer olvidar que el hombre puede aspirar a una vida mejor y más plena (Felicidad) y silenciando los medios con los cuales puede alcanzarla (virtudes).
XII
En definitiva, en Hobbes se manifiesta las ideas atópicas y puritanas
cuyo propósito guarda relación precisamente con el título de la obra.
La idea bíblica del Leviatán, asociado al Mal, que nos conduce a la
vida dentro de un Estado que es un monstruo político, que infunde terror
y reprime. Un poder absoluto que previene de una libertad absoluta.El Leviatán es un símbolo de la humanidad en oposición a Dios, una humanidad deshumanizada y antinatural porque considera al hombre sólo como medio y no como fin, que explica al hombre como rival, animal o súbdito en vez de como ciudadano, amigo y hermano.
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